“Écrire n’est pas normal” suit les traces de l’auteur en Catalogne et montre l’impact de son œuvre sur le présent littéraire

“Écrire n’est pas normal” suit les traces de l’auteur en Catalogne et montre l’impact de son œuvre sur le présent littéraire
“Écrire n’est pas normal” suit les traces de l’auteur en Catalogne et montre l’impact de son œuvre sur le présent littéraire

De la larga nómina de entrevistados en ‘Escribir no es normal’, es el más divertido y quizá el más revelador Santi Serramitjana, propietario de la tienda Joker Jocs de Blanes, adonde Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953-Barcelona, 2003) iba a sumarse a la primera tertulia que encontrara y a aprovisionarse de juegos de estrategia. “Tenía predilección por la Segunda Guerra Mundial, creo que frente ruso”, dice en la película Serramitjana, amistad de Bolaño por completo al margen de círculos literarios. El autor de ‘Los detectives salvajes’ participaba en la conversación “supiera o no del tema”, recuerda Serramitjana, y si se le pillaba en un error, que los forofos de los juegos no pasan ni una, soltaba: “¿Y qué más da? ¿No te gusta la historia que te estoy contando?”. Que para Bolaño la vida era la literatura y viceversa no es un mito romántico.

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El documental ‘Escribir no es normal’, subtitulado ‘Roberto Bolaño y su paso por Cataluña’, se estrenó en la primera edición del Blanes Costa Brava International Film Festival, celebrada el pasado mayo, y el miércoles por la noche tuvo un pase en una sala casi llena de los Cinemes Girona, cortesía de Casa Amèrica Catalunya. Su director es el periodista chileno migrado a Catalunya Tomás Achurra, de 33 años, primer indicador de que la obra y la figura del escritor están superando la prueba del tiempo y captando nuevos adeptos. Más al respecto más adelante.

Poeta las 24 horas del día

El filme tiene cuatro segmentos. El primero aborda la llegada de Bolaño a Barcelona en 1977 y se extiende hasta 1980, cuando abandonó la capital catalana. No es que escribiera poesía, es que era “de profesión poeta” las 24 horas del día, señala Lola Paniagua, entonces su pareja. Le chiflaba Patti Smith, que ya en el siglo XXI, con la irrupción de Bolaño en el mercado estadounidense, se haría incondicional del escritor. Su amigo Jaime Rivera, también chileno migrante, apunta que “no paraba de leer” y rememora veladas en la legendaria pizzería Rivolta de la calle del Hospital. Es el Bolaño arrebatado por Rimbaud y Lautréamont, dos poetas que “queman” a quien se atreve a tocarlos de verdad, según el autor en una entrevista.

En Girona vivió de 1980 a 1985, en una casa “ideal para suicidarse”, en palabras de Bolaño. Fue “una época muy mala” de su vida, en la que estaba “como catatónico”. Mantuvo una intensa relación epistolar con la crítica literaria Soledad Bianchi, que cuenta: “Dejó de hacer muchas cosas, entre ellas comer y vivir, para ser escritor”. Guillem Terribas, responsable de la Llibreria 22, sudó tinta para que Bolaño aceptara hacer presentaciones de sus libros en Girona cuando despegó definitivamente como novelista en Anagrama en la segunda mitad de los años 90. En esas presentaciones, a la postre, se fraguó la amistad con Javier Cercas.

Ruta Roberto Bolaño en Blanes

El tramo ‘Blanes 1986-2003’ recorre sus años en dicha ciudad, que tiene una Ruta Roberto Bolaño. Por último, la vida ‘post mortem’ de Bolaño queda reflejada en los testimonios de escritores marcados por él como Alejandro Zambra, Luna Miguel, Jorge Carrión o Constanza Ternicier. Sobresale el caso de Adrià Ibáñez (Tremp, 2000). A causa de la lectura con su madre hospitalizada de ‘2666’ se obsesionó con Bolaño y orientó hacia la escritura su carrera, hasta ese momento centrada en la música.

Fans de ‘El Tercer Reich’

Al término de la proyección hubo una charla entre el director de ‘Escribir no es normal’, Tomás Achurra, y Dioni Porta, librero de Obaga. Achurra se declaró bolañista “a rajatabla” y contó que su motivación para hacer el documental fue “tener un pedacito” de un autor que le impactó con fuerza cuando lo leyó como migrante recién llegado a Barcelona. No le interesaban las leyendas negras de origen estadounidense ni el agrio culebrón entre Carolina López, la viuda de Bolaño, y Carmen Perez, su última pareja, sino mostrar los aspectos “vitalistas y luminosos” del escritor, “al amigo y al amante”. Así como la huella de Bolaño en nuevas generaciones de autores.

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Achurra eligió ‘El Tercer Reich’, editada póstumamente, como su novela favorita del creador, y Porta coincidió con él. Tal vez indique que el canon bolañiano está cambiando. Casa Amèrica Catalunya anunció que en 2025, en fecha cercana a Sant Jordi, organizará una lectura continuada de una obra de Bolaño aún por determinar. El maratón de lectura debutó este año con ‘La hojarasca’, de Gabriel García Márquez.

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